miércoles, 26 de mayo de 2010

Por: Ana Paula de la Borbolla


El cuerpo del hombre baila continuamente al compás de su propio lenguaje. Cada vez que una persona habla, los movimientos de sus manos y dedos, los cabeceos, los parpadeos, coinciden con este compás.

Al relacionarse este ritmo demuestra cierta armonía. Como por ejemplo cuando vamos a un café con una amiga y nos encontramos en medio de una muy interesante conversación, las dos acabaremos, si estamos de acuerdo o interesadas en la conversación, moviéndonos con ritmo, nuestra voz se vuelve incluso armoniosa y se puede llegar a completar las ideas de la otra persona o comprender con mayor facilidad el mensaje recibido.

Cuando dos personas adoptan un mismo ritmo no siempre significa que existe entre ellas total armonía o que es una señal de que una ha logrado la atención completa de la otra. Algunas veces dicho ritmo comunica algo mucho más sutil.

Por ejemplo, cuando un hombre comienza a hablar, durante los primeros segundos su interlocutor puede mostrar una sincronía amplificada tal vez, hasta el extremo de repetir exactamente los gestos del que habla, indicando que presta gran atención. Luego puede echarse hacia atrás y mantenerse inmóvil por un tiempo, apenas moviendo un músculo. Pero en cuanto hay alguna indicación de que el que habla está llegando a una conclusión definitiva, el oyente comienza a moverse nuevamente en forma conspicua. Esta vez, sus movimientos siguen el ritmo del otro, pero no imitan exactamente los gestos de él. En lugar de ello, casi inmediatamente, el que habla comienza a imitar al oyente.

En ese instante, el oyente que comienza a moverse, indica que ahora es él quien quiere hablar. Sus movimientos pueden ayudar a intercalar sus primeras palabras.[1] En una conversación Si el oyente se dis­trae, la sincronía fallará o desaparecerá por completo.

Hombres y mujeres, como han demostrado en muchos otros aspectos en cuanto a las relaciones, poseen distintos estilos para sincronizarse con los ritmos ajenos. En encuentros hombre-hombre sus movimientos suelen ser más moderados y suelen hacer uso de las manos con mayor frecuencia; la proporción corporal que se involucra no suele ser tanta y el ritmo corporal no se llega a entrelazar tan estrechamente. Mientras que en las conversaciones de hombres con mujeres o mujer-mujer su ritmo es diferente, más íntimo e inmediato.



[1] Teoría expuesta por el psicólogo Adam Kendom

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Copyright 2010 EL LENGUAJE NO-VERBAL.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.